Por Jorge Morejón
Las tres veces anteriores que la Serie del Caribe se celebró en Panamá, un equipo cubano levantó el trofeo de campeón.
Fue en las ediciones de 1952, 1956 y 1960, con los Leones del Habana coronándose en la primera de ellas y los Elefantes de Cienfuegos en las otras dos.
Mucha agua ha pasado bajo el puente desde entonces, muchas cosas han cambiado, pero los cubanos, ahora representados por los Leñadores de Las Tunas, tratarán de mantener intacta la cábala panameña que tanto los benefició en la primera etapa de este certamen.
Los Leñadores, nacidos en los torneos cubanos en 1976, acaban de ganar la primera corona nacional en su historia, bajo la batuta del manager Pablo Civil.
Un par de catchers, siete jugadores de cuadro, seis jardineros y 13 serpentineros integran al representativo de Cuba, en el que se incluyen muchos nombres conocidos de ediciones anteriores, desde que la isla regresó a estos eventos regionales en el 2014.
Llama la atención la convocatoria en calidad de refuerzos del jardinero Alfredo Despaigne, el infielder Yurisbel Gracial y el lanzador Liván Moinelo, quienes no jugaron ni un inning en la Serie Nacional.
Los tres están firmados en la liga profesional de Japón y tras los rigores de la fuerte temporada allá, sólo fueron a Cuba a vacacionar.
Otro viejo conocido es el bateador ambidextro Frederich Cepeda, quien se ha cansado de descoser pelotas desde Isla Margarita 2014 hasta la fecha en lides caribeñas.
El lado fuerte de esta escuadra es su ofensiva, aunque gran polémica causó en la afición de la isla la inclusión de tres hombres limitados básicamente a la función de bateador designado: Despaigne, Cepeda y Danel Castro.
Civil debería alinear con Yosvany Alarcón detrás del plato, Yordanis Samón en la inicial, Carlos Benítez en la intermedia, Gracias en la antesala y Alexander Ayala en las paradas cortas.
Despaigne tendría que ocupar la pradera izquierda, aunque ello debilitaría la defensa por su pobre desplazamiento, lo mismo que ocurriría si es Cepeda enviado a jugar al campo.
Jorge Johnson, jugador más valioso de la final en Cuba, será titular, mientras que para la otra plaza Civil deberá escoger entre los más jóvenes Yunieski Larduet y Andrés Quiala.
El pìtcheo es la mayor debilidad del conjunto, que volverá a apelar a los veteranos Lázaro Blanco, Yoannis Yera y Freddy Asiel Alvarez, cada vez menos efectivos por el inexorable paso de los años, mientras que en el bullpen, además de Moinelo, está Alberto Pablo Civil, no tanto por bueno, sino por hijo.
Desde su vuelta a las Series del Caribe en el 2014, a Cuba le ha ido realmente mal, con excepción del 2015, cuando los Vegueros de Pinar del Río se alzaron con la corona.
Pero ni los Naranjas de Villa Clara (2014), ni los Tigres de Ciego de Avila (2016) o los Alazanes de Granma (2017 y 2018) han logrado pasar de la ronda semifinal.
Esta vez tampoco parecen listos para mucho estos Leñadores, a menos que acudan en su ayuda los espíritus de aquellos Leones de La Habana y Elefantes de Cienfuegos que conquistaron la capital panameña.
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