Espectacular regreso de Guillermo Rigondeaux, con nocaut incluido

Rigondeaux ni se escondió, ni aburrió ni se demoró. Entró a matar quirúrgicamente y lo hizo de manera magistral, con combinaciones precisas y preciosas. Quizá ya no sea un chiquillo, quizá sus mejores tiempos pasaron, pero con todo eso todavía puede brillar en las 122 libras, contra el que sea
Rigondeaux ni se escondió, ni aburrió ni se demoró. Entró a matar quirúrgicamente y lo hizo de manera magistral, con combinaciones precisas y preciosas. Quizá ya no sea un chiquillo, quizá sus mejores tiempos pasaron, pero con todo eso todavía puede brillar en las 122 libras, contra el que sea

Por Jorge Ebro

Por esta vez cero críticas. Nada de utilizar los viejos adjetivos para denigrar al hombre. Guillermo Rigondeaux hizo lo que tenía que hacer contra el oponente puesto delante de él. Hizo lo que debió hacer siempre. Ganar y ganar fácil, como le cuadra a alguien de su talento.


Cierto. Este Giovanni Delgado llegaba con un dudoso palmarés –con cuatro derrotas consecutivas-, pero muchos también dudaban de la capacidad de Rigondeaux tras un largo período de inacción. No hubo espacio a las dudas. Se impuso por nocaut en el mismo primer asalto, justo antes de la campana.

Rigondeaux ni se escondió, ni aburrió ni se demoró. Entró a matar quirúrgicamente y lo hizo de manera magistral, con combinaciones precisas y preciosas. Quizá ya no sea un chiquillo, quizá sus mejores tiempos pasaron, pero con todo eso todavía puede brillar en las 122 libras, contra el que sea.




Puede que alguien le escamotee este éxito puntual. Estoy seguro de que no bastará para borrar el fracaso ante Vasyl Lomachenko. Tómenlo como el inicio de algo nuevo, diferente; mírenlo como el comienzo de la parte final de su carrera.

Solamente el haber regresado es ganancia neta para el doble campeón olímpico. Delante de Rigondeaux aparece una oportunidad que muchas vecese se le ha negado a boxeadores veteranos: comenzar de nuevo, emprender el camino de la redención después de una hora bajísima en que las críticas se amontonaron como una avalancha de nieve.

Siempre se asociará a Rigondeaux con el triunfo sobre Nonito Donaire, siempre se hablará de Rigondeaux por su derrota ante Lomachenko. Son su montaña y su profundidad, el instante de gloria y el minuto crítico. Tal y como suele ser todo en su caso, sin medias tintas.




El Chacal, sin embargo, rompió una inercia que debería llevarlo a algo diferente, mejor. Peleas no le van a faltar, oponentes tampoco. De él depende aprovechar al máximo este nuevo período que la vida y Premier Boxing Champions les están brindando.

Pero hoy, tranquilos, guarden los argumentos para otro momento, que seguramente llegará. Rigondeaux está de vuelta y eso debe ser motivo de aplauso. Toca esperar. Toca aguardar por el recuento definitivo de una carrera que no deja a nadie indiferente.

Así que por esta vez, dejemos la lengua envainada.


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