TODAS LAS FOTOS Y VIDEOS de la despedida de Eriel Sánchez

Fue una despedida a su altura. Paseado en carro por los bordes del terreno junto a su familia, el público lo vitoreó con delirio en un espectáculo de lujo matizado por la sinfonía de celulares y ovaciones cerradas como muestra de gratitud
Fue una despedida a su altura. Paseado en carro por los bordes del terreno junto a su familia, el público lo vitoreó con delirio en un espectáculo de lujo matizado por la sinfonía de celulares y ovaciones cerradas como muestra de gratitud
Fotos: Aliesky del Rio y Vicente Brito

Por Elsa Ramos.

Como tantas veces se colmó para apoyarlo, el estadio José Antonio Huelga se desbordó para despedir a un hombre que dio algo más que su vida al béisbol cubano y entregó su piel y su alma a Sancti Spíritus…Se retiró oficialmente Eriel Sánchez León, y esta tierra se rindió a sus pies, su bate, sus arreos.


Fue una despedida a su altura. Paseado en carro por los bordes del terreno junto a su familia, el público lo vitoreó con delirio en un espectáculo de lujo matizado por la sinfonía de celulares y ovaciones cerradas como muestra de gratitud.

Por eso la noche se prestigió con la presencia de la primera secretaria del Partido en la provincia Deivy Pérez Martín, el presidente del INDER doctor Antonio Becali y Teresita Romero, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular y otros dirigentes.

Lo mereció con creces aquel guajiro que se hizo pelotero con solo nueve años en los arrabales del barrio La Redonda, de Fomento, con el olfato de Carlos Pérez y luego Víctor Muñoz y el empuje de Lorenzo, el abuelo que rompió tantos radios como batazos conectó su nieto. Desde entonces le nacía a Sancti Spíritus uno de sus peloteros más completos, enérgicos, valientes.

A los Gallos llegó en la campaña 1993-1994. Es verdad que debió esperar algunos años para agacharse detrás del home. Mas, desde que logró apropiarse de la mascota y la máscara, las defendió y honró como pocos. Jugó con pasión y entrega por 25 años para convertirse en el espirituano con mayor número de Series Nacionales. En ese lapso fue bateador de élite: 7 mil 31 veces al bate, 297 de average, mil 909 carreras anotadas, 2 mil 86 hits, de ellos, 254 jonrones y mil 255 carreras impulsadas.



Y aunque jugó primera, designado, fue el universo del home en el que lo lanza a la posteridad. Allí recibió golpes, encontronazos, pero defendió su posición con los dientes, con una agresividad a toda prueba y una guía inigualable del pitcheo y el juego total. Lo dicen sus números: 986 de promedio ofensivo, en 2 060 entradas, con average de 491 Cogidos Robando y 492 Bases Robadas.

“Desde que me lancé a la aventura de ser pelotero, quise saltar todos los obstáculos”, dijo una vez y esa fue la brújula de su carrera. Fue Eriel uno de los íconos de la generación romántica y de ensueño de los Gallos. Aceptó con dignidad y altura deportiva la competencia de jugadores de altísima calidad que le obligaron a crecerse y a construir su propio estilo y su propia carrera. Haló a su equipo a once clasificaciones a los play off, con una medalla de plata y dos de bronce. A fuerza de batazos y de empeño vistió el uniforme del equipo Cuba por más de una década en una época en la que coincidió con grandes de la receptoría como Ariel Pestano, quien viajó kilómetros para acompañarlo en su fiesta en un simbolismo que no necesitó palabras.

Alcanzó el título olímpico en Atenas cuando ganó la titularidad como cuarto bate, compiló para 360 y lideró las impulsadas con 9. También ganó el subtítulo en Beijing y una espectacular medalla de plata para Cuba en el Primer Clásico Mundial. Se agenció, además, títulos y medallas en mundiales y Copas del Mundo e Intercontinentales, torneos preolímpicos, juegos panamericanos y centroamericanos.



Pero la vida de Eriel no puede encasillarse en estadísticas, ni en medallas. De él extrañaremos sus protestas cuya intención no fue otra que jugar para ganar. Extrañaremos su juego caliente y desafiante y sus batallas campales contra leones y otras fieras. Extrañaremos esa fuerza de voluntad para sobreponerse a los achaques de más de 40 años y agacharse nueve innings por la camiseta de sus Gallos.

Vistió cinco trajes en época de refuerzos, pero legó una suerte de fidelidad para con su Sancti Spíritus y mucho más con Fomento, equipo con el que jugó como uno más en Series provinciales. 

Quizás por eso no se extrañó la condición de Hijo Ilustre de esa tierra que le fue conferida en el homenaje, ni mucho menos la réplica del machete de Serafín Sánchez Valdivia, máximo reconocimiento que entrega la provincia.



Confluyeron en el homenaje sentimientos encontrados. Emoción, nostalgia, alegría, gratitud, expresada en las decenas de reconocimientos que recibió de varios organismos y de su gente toda, desde los entregados por el Comité Provincial del Partido, la dirección nacional del INDER, la Asamblea Provincial del Poder Popular hasta la réplica de un gallo nacido de la mano de los reclusos.

Eriel no se quitó definitivamente sus arreos y su máscara, tampoco su bate. Apenas los dejó en medio de la noche para alojarlos en el corazón de todos, en el mismo corazón que él dejó en el terreno que lo despidió y eso bastó para que Sancti Spíritus le entregara el suyo a quien subió otro escalón en la cúspide de los grandes.


















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